De ruedas, sí. Que las otras pesan

Llevo una maleta de ruedas. Sí.

Llevo una maleta con un par de sandalias, una botas hechas a medida en Vietnam por aquello de que las calles están tan sin asfaltar como sagradas son sus vacas, y porque Paulululelelili, Alex, Javi y Laura Palmer insisten, y me agotan, para que lleve calzado cerrado y tal.

He metido dos cámaras de fotos para que no haya peleas, y para disparar en  .jpg y .raw sin conflictos; llevo cuatro trapos, un par de libros, la molesquine, el boli bonito y un pintalabios; un mini portátil, mis cremas, khol y chocolate. Negro. Con chili.  Y tres botiquines de medicamentos por si acaso.

maletascoche Yasilavida

Llevo globos para regalar a los niños, chicles, la Lonely del norte, la Lonely del sur, la memoria de todo lo que he leído, y la vida a flor de piel.

Dejo tras de mi, medio año lleno de borrascas e historias incomprensibles, de inestabilidades, de platos rotos y de situaciones absurdas que me han hecho crecer de golpe sin preguntarme si quería hacerlo o no.

Llevo conmigo siete meses de sueños, de esperanzas, de buenas ideas, de todo el cariño del mundo, del sabor de una vida que vuelve a la vida, y de nuevas vidas que han ido llegando –ellos y ellas, que se empeñan en repoblar el planeta-.

Guardo en la memoria la cara de mi hermana, la clave del iPhone, los mails de mis amigos, y el teléfono de mi familia. A mi madre la llevo a cuestas casi, porque tiene e-mail, twitter y se lo casca todo a mi padre.

Y de todo lo demás prometo olvidarme, o durante un mes, o para siempre. Ya veré.

Y me voy. Nos vamos. Me voy con Jano que es lo único que no dejo del todo nunca en ningún sitio aunque a veces pudiera llegar parecer lo contrario.

Cierro la puerta. Nos vamos a India.

Namasté.

 

La foto de portada es de aquí.

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