Delhi cree en la reencarnación

Intensa, frenética y tumultuosa como sus hindúes, quienes no dudan en apiñarse para casi cualquier cosa y no entienden de espacio vital,  Delhi te sostiene la mirada. Te reta hasta un punto en el que te rindes a sus encantos, a sus dramas, a sus gentes, a su tráfico, a su caos y a su color. Es encantadora, vetusta y polvorienta. Como ellos, como sus habitantes, al menos en sus fachadas, en sus callejones y en su día a día.

Amanece agosto en tonos grises, y Delhi nos recibe con un cielo encapotado que no se molesta en anunciar el monzón sino que lo vierte con todas sus ganas sobre unas calles mitad fango mitad piedra. Son ya casi 32 los grados que hay en la calle, y la humedad al 60% se pega en la ropa y en las ganas: el calor subirá, seguro, y no parece que esta lluvia caliente vaya a ayudar en nada.

Como sus habitantes, Delhi cree en la reencarnación, Prueba de ello son las 8 ciudades que han ocupado su territorio a lo largo de sus casi tres mil años de historia. Su área metropolitana posee catorce millones de habitantes, de los que el 45% viven en chabolas y se dedican a mendigar por las esquinas de la ciudad. Es dificil resistir al congojo que produce ver como deambulan por las calles atestadas y se mezclan con los vehículos en ese frenético devenir que es el tráfico en esta maravillosa ciudad.

India Daily Life

El vértigo se acentua al vivir en propia piel esta vorágine ‘conductil’. Es imposible no chocar, piensas mientras te acomodas para asistir a uno de los espectáculos más especiales que ofrecen las calles de India.

Están por todas partes, se enhebran entre la multitud, sorteando el tráfico con pasmosa habilidad y se mueven a un ritmo delirante. Son los motorichshaw, esos motorinos con aspecto de huevo de loneta y ferralla en verde y beige que por un puñado de rupias te dan una vuelta por el barrio, y siempre te piden más por aquello del “so far, madame, so far, sir”. Estos pequeños vehículos de dos, tres o los que quepan, son la evolución a motor de los cycloRickshaw, las bicis con carrito `tiradas´ por unos hombres desarrapados, esculpidos en polvo de asfalto, hechos de cuero tostado, músculo y fibra pura que les da igual transportar tres inglesas entradas en carnes que una pila de cartones que levanten tres veces su altura y su volumen. Y cuando las piernas no pueden, el cuerpo baja de la bici y sigue a pie. Son los brazos lo que ahora empujan: los brazos y las ganas de sobrevivir gracias a un mínimo puñado de rupias.

Junto a ellos, a centímetros, los últimos Ambassador que siguen en circulación, unos cuantos coches de alta gama, perros, gente que trata de cruzar por cualquier sitio, motos, mendigos, camiones del pleistoceno y autobuses urbanos cargados hasta la bandera de más y más gente. Y todos representando esa danza fantástica que es el circular por una ciudad que se enhebra a rítmo de claxon y que no descansa nunca.

la evolución de los cycloRickshaw, las bicis con carrito `tiradas´ por unos hombres desarrapados, esculpidos en polvo de asfalto, hechos de cuero tostado, músculo y fibra pura. Y cuando las piernas no pueden, el cuerpo baja de la bici y sigue a pie. Son los brazos lo que ahora empujan: los brazos y las ganas de sobrevivir gracias a un mínimo puñado de rupias.

Holi celebrations: Covered up

Bienvenido a India, un país de mitos y paradojas, el lugar más religioso del mundo y el más voraz a la vez, un lugar donde el materialismo es feroz, casi tanto como las ganas de sobrevivir al precio que sea.

 

La imagen de la portada es de aquí. El resto de aquí y de aquí.

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