Envuelta en neblina, Varanasi

Arrecia el monzón un día más, y lejos de resultar incómodo, esta lluvia caliente le otorga al paisaje un aspecto irreal, como de cuento.

Todo está envuelto en neblina. Enfrente,  en Ganges  viaja hacia la izquierda, y vuelve a resultar extraño; un curso de un río marchando al revés. Al principio, hasta que se detecta lo que pasa, es hasta inquietante.

Hemos llegado hace una hora escasa a Varanasi  y mientras esperamos a que amaine el monzón, aprovechamos para comer algo en la terraza del  GuestHouse mejor ubicado de toda la ciudad: El Gampati; una autentica joya de colores a los pies de la madre Ganga. Para llegar a él hemos tenido que atravesar a pie y bajo la lluvia, intrincadas callejuelas, toda una aventura en una ciudad que parece no conocer el sinómino de la palabra silencio.

Decía Mark Twain que esta ciudad es “más antigua que la historia, más antigua que las tradiciones, más vieja incluso que las leyendas, y parece el doble de antigua que todas juntas”

Lafa, Arroz con vegetales y Masala Chai, por favor.  Y misteriosamente aquí es `non spicy´. Y está de muerte. Este es uno de esos momentos que me gustaría guardar en la memoria para siempre: La terraza del Gampati es uno de esos lugares en los que se detiene el tiempo y en los que podrías quedarte a vivir una larga temporada. El silencio, sólo interrumpido por los motores de las barcas abajo en los gathes, y la charla de una pareja de franceses que come en la mesa de al lado, es tan denso como el aire que respiramos. Húmedo, cálido, pegajoso, bueno.

Decía Wittgestein en su Tractatus que los límites del universo de cada uno están definidos por el lenguaje, frontera entre lo que existe y lo que no. Y no estoy del todo segura. A veces es mejor dejar ciertas emociones al amparo del silencio. Si se definen, se encierran, y no hay palabras lo suficientemente precisas para explicar este momento. Al menos yo lo no las encuentro.

Fuera, Abajo, Varanasi palpita. Es momento de bajar a descubrir como respira esta ciudad. Hoy llueve, mañana, quién sabe.

Las fotos son de aquí