De batallas, de reyes y piratas
Habladle de batallas, de reyes y piratas. Y así, la vida.
Contarle historias que hablen del añil del mar cuando amenaza tormenta, del alma que tienen sus crestas de espuma, del vaivén de las olas, de la suerte de unas redes llenas al final de la jornada y del porqué de las patas de palo de aquellos piratas y bucaneros que surcaban el Atlántico en busca de fortuna; hablarle de las barcazas de madera desvencijada que a veces aparecen abandonadas en las costas de Senegal, madera bruta, que detalla su vida a través de cicatrices, alquitrán, clavos y capas de pintura sobre óxido. Explicarle que en el fondo de los océanos hay tesoros ocultos a ojos de los hombres que no sueñan y que habitan sirenas que susurran canciones. Que mejor no escucharlas, que siempre habrá alguna, al doblar un recodo.
Eso quiero. Crear un mundo.
Q U I E R O:
Inventar para él historias de Ítaca, guerras de Troya, odiseas e ilíadas, y dibujarle el perfil de una dama que tejía y destejía al final de la jornada. Que esperaba, y que un día…
Q U I E R O:
Hablarle del mar, del placer de mirarlo, de la línea del horizonte a la que hay que llegar, de salvarse en la orilla y coger caracolas. De berberiscos, vikingos, corsarios y ojos tuertos que habitan bergantines, galeones, corbetas, carabelas. De las rutas de especias, de patentes de Corso, de voces misteriosas que surcan los mares.
Q U I E R O:
Contarle que hace mucho existió Francis Drake, y Grace O’Malley y tal vez alguien llamado Capitán Flint y John Silver e incluso ese tipo, el temido Barbarroja cuyo loro cabrón gritaba ¡Al abordaje!.
Q U I E R O:
Explicarle que sigue habiendo pateras cargadas de esperanzas que llegan a orillas buscando porvenir. Dibujarle en servilletas una réplica del Nautilus, que cada noche navegue junto a Nemo, que pueda conocer a Grant, descansar en el Almirante Benbow, ver las pléyades matutinas y continuar rumbo a islas misteriosas en busca de tesoros y princesas cautivas de esas que quedan pocas.
Q U I E R O:
Enseñarle que aunque cueste, vivir es surcar mil mares, bregar en tormentas que parecen imposibles, luchar contra poseidones y tridentes y que siempre quedará el placer de superarlo.
Que no es seguir la corriente, que la vida es un rato, y que en la suma ganan el cómputo las aventuras. Y que entienda, que lo entienda, que no hay viaje con retorno porque a cada vuelta de tuerca, la vida es otra, única, irrepetible, nueva.
Y que será un hombre bueno y feliz porque en su infancia habrá soñado mucho.
Haced como haré yo, habladle de batallas, de reyes y piratas.
¡Izad las velas, arriadlas, rápido! ¡rumbo a estribor! Y arribad a tierra firme girando a sotavento, que desde aquí parece que adivino su nueva casita. Porque es bueno que algo, siempre, permanezca inmutable en alguna parte.
A Luca, que ya viene.
Ya estoy almacenado historias llenas de salitre para él!
:)) y de todo lo que se te ocurra.
Espero que Luca llegue a buen puerto…
pd. Me encanta leerte. Saca tiempo para el blog, anda 😉
Lo intento, querida, pero la verdad es que cada vez me cuesta más tener un rato tranquilo para hacerlo. En cualquier caso prometo no abandonarlo del todo. Por descubrimientos tan maravillosos como tú entre otras cosas. :))
Si no hay tiempo para el blog, que haya tiempo para la escritura, aunque sea en una servilleta de papel, que tu tienes mucho talento! (y no lo digo por decir; de hecho seguro que estas harta de que te lo digan jaja).
Muchos besos