En la siguiente baza, seguro que habrá más suerte
Todavía con el calor de las sábanas impregnado en la piel y con pocas ganas de darme esa ducha que aleje el recuerdo de mi mullida almohada, encremarme y lanzarme a este Madrid implacable, me han venido a la memoria los ojos de los hombres del desierto.