La niña Marrón que vino a cenar
– Mamá, quiero cenar pasta fusili.
– ¿Como dices, cariño? Quién te ha dicho que se llama así?Leer más
– Mamá, quiero cenar pasta fusili.
– ¿Como dices, cariño? Quién te ha dicho que se llama así?Leer más
Habladle de batallas, de reyes y piratas. Y así, la vida.
Contarle historias que hablen del añil del mar cuando amenaza tormenta, del alma que tienen sus crestas de espuma, del vaivén de las olas, de la suerte de unas redes llenas al final de la jornada y del porqué de las patas de palo de aquellos piratas y bucaneros que surcaban el Atlántico en busca de fortuna; hablarle de las barcazas de madera desvencijada que a veces aparecen abandonadas en las costas de Senegal, madera bruta, que detalla su vida a través de cicatrices, alquitrán, clavos y capas de pintura sobre óxido. Explicarle que en el fondo de los océanos hay tesoros ocultos a ojos de los hombres que no sueñan y que habitan sirenas que susurran canciones. Que mejor no escucharlas, que siempre habrá alguna, al doblar un recodo.
Todavía con el calor de las sábanas impregnado en la piel y con pocas ganas de darme esa ducha que aleje el recuerdo de mi mullida almohada, encremarme y lanzarme a este Madrid implacable, me han venido a la memoria los ojos de los hombres del desierto.
Y a saltar sobre ellos, a salpicarse, a acompañar el agua de carreras, de risas, de gritos y de esa alegría que sólo los niños saben contagiar.
Y a chapotear en ellos cuando alcanzan medio metro, como si todo quedara suspendido en ese instante maravilloso en el que en este punto exacto del mundo, dónde nada importa tanto y las pérdidas duelen menos, ocho niños juegan a ser niños, como cuando cae la noche y regresan a sus casas y ya nadie les ve. Han dejado a un lado las baratijas que venden y solo existe el agua, su juego y un cierto aire de envidia en los ojos de los mayores.
De mayor quiere ser programador y dice que la Universidad de Varanasi es una de las mejores de Asia. Su familia le educa de forma muy estricta, y le obligan a estudiar y a leer a diario.